jueves, 9 de diciembre de 2010

Locura baby.



La verdadera locura quizá no sea otra cosa que la sabiduría misma que, cansada de descubrir las vergüenzas del mundo, ha tomado la inteligente resolucion de volverse loca.


Enrique Heine.

5 comentarios:

  1. Y sin embargo, Heinrich Heine es uno de los escritores y poetas menos "locos" de toda la literatura alemana. Un hombre cabal, ecuánime, muy lúcido, siempre haciendo gala de una tremenda amplitud de miras, sabiduría, agudeza, sentido del humor...

    Esa cita habría sido más lógica en el gran lunático de la literatura alemana, Friedrich Hölderlin.

    En cuanto a la fotografía, de lo más impactante, pero está clarísimo que la modelo se contiene mucho dentro de lo llamativo del gesto, que no es para nada espontaneo.

    Más bien parece que el fotógrafo la ha tenido media hora con la lengua fuera ensayando hasta que ha conseguido la toma deseada. Pobre mujer, se la ve cansada.

    ResponderEliminar
  2. Me encanta toparme de vez en cuando con gente que no comenta un simple: me gusta o te da la razón... de esos ya hay muchos, es interesante el que sepas sobre la literatura alemana, a mi me encanta, si no te has leído la historia del joven Werther, deberías, te lo aconsejo.

    En cuanto a la imagen... aquí no hay fotógrafo ni hay chiste, eran las 2 de la mañana en mi salón, y esta mujer tiene de todo menos cansancio, mientras yo bostezo ella grita, estábamos haciendo fotos porque sí, y de casualidad salió esta, hay veces que las cosas caen por su propio peso sin que las busquemos, pero claro, "creer para ver"... no comentaré al respecto de la frase, no tendría ningún sentido.

    ResponderEliminar
  3. Las tribulaciones amorosas del joven suicida con la señora casada son de lectura obligatoria en Filología Alemana. Por desgracia para quienes en esa época suelen tener de 18 a 20 años, ya que algunos de ellos, los más impresionables -como fue mi caso- les afecta tremendamente esa historia tan melodramática.

    Al joven Werther su ligue entrado en años debió ponerle esa cara, sacándole la lengua, a ver si dejaba de idealizarla...

    O igual conseguía el efecto opuesto y le espoleaba aún más... ¿Quién sabe? Con los enamorados y los locos, nunca se sabe...

    ResponderEliminar
  4. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar