sábado, 9 de octubre de 2010

Juguemos.



Nos llueve la misma nube negra. Nos corren las mismas prisas matutinas. El mismo aire. El mismo silencio. La misma distancia...  lo sabemos.
Compartimos tanto que lo queremos todo. Apretamos tanto que no abarcamos nada. Nos sentimos dioses cuando nadie nos alcanza, cuando estamos solos por nuestra parte, o juntos para todo.

Somos cazafantasmas en la noche, luces en el día; tan fugaces y temerarios, tan vivos y orgullosos... tan fríamente etéreos. Lo sabemos.
Ahora, tenemos un plan entre las manos. No nos rendiremos a la primera de cambio, no, esta vez no. Podemos ser todo aquello que la gente desea- vivos, muertos, blancos o negros, quien sea, lo que sea... lo sabemos.

 Que desgracia que la suerte siempre apueste con nosotros, que seamos un producto del azar, caprichos del tiempo y del cuerpo... marionetas de hielo que se creen de cristal.
Podemos fallar. Podemos cagarla y que todo salga mal, que incluso el final se burle del principio a nuestra costa...entonces caeremos, tú por tu parte y yo por la mía, hasta que todo esté donde "debió" de estar...lo sabemos.

 Te propongo una cosa. Juguemos a un juego: yo traigo el mantel y tu los dados... veamos si la suerte cambia de parecer cuando tiremos una y otra y otra vez. Por probabilidad, si jugamos muchas veces, alguna tendremos que ganar, ¿no?

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